Viuda: "Nos gusta utilizar conceptos populares que tienen un componente negativo claro y específico hacia la mujer y hacerlos nuestros"
Una entrevista con este cuarteto asturiano, uno de los más interesantes de la actual escena underground, que el año pasado publicó su primer álbum, "Provinciana"
Desde que las vi en directo en un Monkey Week, en compañía de mi estimado compañero Luis Miguel Flores, soy fan fatal de Viuda. Aún nos recuerdo a Luismi y a mí, dos señoros en primera fila, flipándolo con el directo de aquellas chicas de negro y canciones de amenazador after punk capaces de versionar a Parálisis Permanente y Las Grecas sin que nada dejase de tener sentido. Luego volví a verlas en el Mardi Gras coruñés, en horario vermú, compartiendo escenario con la igualmente reivindicable Sofia, en el festival Tandem. Esperé casi con nerviosismo la aparición de su primer álbum, Provinciana, que ha publicado mi sello independiente favorito del estado español, Humo Internacional, y me sigue pareciendo uno de los LP’s de debut más interesantes de los últimos años. Conseguí convencer a S Moda para hacerles una entrevista, cuyo texto se quedó inevitablemente corto. Como toda la entrevista me parecía que valía realmente la pena, hoy comparto su transcripción completa. Viuda son Marta Candás (voz y letras), Elisa G. Gómez (teclado, guitarras, segunda voz, producción y mezclas), Sara Rego (bajo y diseño) y Eva Llavona (batería y fotografías).
(foto por Álex Loredo)
¿Cuándo, cómo y con qué intenciones se formó Viuda?
Marta: Viuda se forma con cero pretensiones. Eva y yo somos amigas desde la adolescencia, siempre hablamos de formar una banda, pero nunca fue en serio. Ella y Elisa se conocieron en una fiesta, hicimos un plan de quedar en su casa (en la zona rural, a las afueras de la ciudad) y pasar la tarde; vino Sara de pura coincidencia (que es la prima de Eva). Como Elisa (que ya tenía otros grupos) había montado un local de ensayo en casa, nos pusimos a jugar. A los dos minutos vi que el bajo no era lo mío y me puse al micro, Sara aprovechó y se sentó a aprender a tocar el bajo; al final de la tarde habíamos compuesto un tema. Aquel día lo pasamos tan bien que empezamos a hacer el plan de forma regular y cuando nos dimos cuenta estábamos buscando un nombre de banda. Creo que ni siquiera nos planteamos el llegar a tocar en directo, pero al poco tiempo fue cuando Humo contactó con nosotras y el resto es historia (una historia que conllevó muchas más horas en esa casa durante el Covid).
El nombre del grupo es muy rotundo, al igual que títulos como “Ramera”, “Provinciana”, “Mala”… Intuyo que hay un posicionamiento social muy claro a la hora de utilizar esas palabras para definiros con orgullo. ¿Podríais elaborar un poco lo que hay detrás de esto?
Marta: Nos gusta utilizar conceptos populares que tienen un componente negativo claro y específico hacia la mujer y hacerlos nuestros. Viuda es un concepto que ni siquiera define a una mujer por sí sola, sino por la condición de esposa. Nuestra viuda poco tiene que ver con una mujer apenada, más bien juega irónicamente con la muerte de la figura masculina. Nuestra Ramera es una mujer independiente a la que no le importa la opinión social. Y así con todo.
¿Cuál es la ciudad a 1000 kms donde vive ahora Elisa? ¿El resto, estáis todas en Gijón?
Elisa: Por cosas de la vida, llevo ya un año viviendo en Almería.
Marta: Somos todas de Gijón y Eva y yo sí que vivimos aquí, Sara también está fuera ahora. Pero estamos intentando que los kilómetros no afecten a Viuda dentro de lo posible…
Sois muy DIY, prácticamente todo lo hacéis entre vosotras en el grupo. ¿Cómo os organizáis el trabajo? ¿Ponéis especial énfasis en que sea una estructura horizontal, no jerarquizada?
Marta: Intentamos repartirnos las tareas según nuestros skills personales y, cuando colaboramos con alguien fuera de la banda, que sean amigxs o gente a la que apreciamos. Ser DIY es bonito al comienzo de cualquier proyecto, pero sobre todo es más fácil si eres una banda sin grandes recursos. En cuanto a la estructura de trabajo, en Viuda TODO se democratiza, aunque intentamos que las decisiones más difíciles las tome la que más conocimientos tenga sobre la materia, según el tema, (para no estar todo el día de urna en urna).
La Asturias que se visualiza en vuestras canciones me sugiere un mundo rural e industrial (desmantelado, en gran parte), con la religión y la superstición sobrevolando, y atravesando a varias generaciones de mujeres. ¿Qué es lo que os atrae de todo esto para inspirar vuestros temas?
Marta: Asturias tiene un paisaje complejo en el que se combina lo rural con las huellas de la industrialización, en la prensa se lee un día “Asturias paraíso natural” y al siguiente “Asturias paraíso industrial” como si no fuera excluyente o contradictorio. Muchos pueblos han visto cambiar su economía y forma de vida y el contraste forma parte de nuestra identidad. Creo que los asturianos tenemos una relación ambigua con esto, que va del odio a la romantización y el orgullo. El hecho de que muchas de las viejas fábricas y minas hayan sido abandonadas también simboliza un proceso emocional. Nos interesa especialmente la perspectiva de las mujeres, ya que a lo largo de generaciones han sido testigos y, muchas veces, las principales agentes del cambio en sus comunidades. En algunas de las fábricas más importantes solo trabajaban mujeres. Es el caso de Les Cigarreres, trabajadoras de la Tabacalera o Fábrica de Tabaco de Cimadevilla, a las que le hemos dedicado un tema en este disco. En cuanto a la superstición, tiene una gran presencia en nuestra cultura, en especial para estas, que históricamente han estado más vinculadas a la tradición y a la espiritualidad popular. En nuestras canciones hablamos de ello vinculando tensiones entre lo antiguo y lo moderno. Algo muy especial de los asturianos es que no son especialmente creyentes, es algo que más tiene que ver con el concepto propio y la identidad. La Santina, que es como llamamos a la santa de aquí (la Virgen de Covadonga) es intocable incluso para los más ateos, la gente va a verla y le pone velas y en muchísimos casos no tiene nada que ver con la fe, es algo así como “ser espiritualista de patria”, jajaja.
(Foto por Joni Galman)
La emigración también tiene un componente muy importante en canciones vuestras como “Provinciana”. Creo que hay ahí un tema troncal, generacional (o no estoy tan seguro, quizá sea más intergeneracional), que es la de la dicotomía entre irse o quedarse, “should I stay or should I go” ¿Cómo os afecta esto a vosotras, que, de hecho, unas os habéis quedado y otras no?
Elisa: Para mí, esa dicotomía sí que estuvo muy presente ya desde la adolescencia. Hubo amigas que marcharon a estudiar a Madrid y ya no volvieron. Esto también pasó con la generación de mi hermano, que es cinco años mayor que yo, y con las que vinieron después. Cuando tenía veinte años quería que pasasen muchas cosas en Asturias, que hubiese movimiento constante y que la gente se juntase para construir cosas nuevas, montar fiestas increíbles, traer gente de fuera con ideas distintas y cosas así. Tenía esa inquietud, pero a la vez me daba de bruces con la apatía y la indiferencia que me rodeaba, y sentía que estaba en un sitio donde los que mandaban eran los viejos y que la juventud se pudría del asco. Eso me generaba impotencia y frustración. Ganas de “volarlo todo y empezar de nuevo” como dice Marta en Quincallera. No es fácil salir adelante ni sacar adelante proyectos en un sitio así, y por eso creo que la gente en Asturias habla de quedarse como de “resistir” o “aguantar”. Yo acabé yéndome a Madrid, pero volví a los dos años abrumada por la gran ciudad. Ahora he vuelto a irme, pero las razones son ya muy distintas a todo eso.
Eva: Amor odio a Xixón. Estoy muy de acuerdo con Elisa. En mi caso yo he resistido (o he sido más vaga) y me quedé en Xixón. Creo que nos ha pasado a todos en algún momento que hemos sentido la soledad y tristeza de Xixón, sobre todo cuando nuestros colegas marchan a las grandes ciudades. Eres joven y necesitas estímulos todo el rato y te sientes perdido (porque, aunque hay bastantes eventos y muy interesantes, creo que a veces es difícil enterarse). En mi caso me quedé aquí porque lo que quería estudiar lo había aquí. Aunque siempre pensé: “Estudio esto y marcho”, al final no fue así. Ahora, aunque sigue un poco de odio, me encanta Gijón y siento que tengo el deber de quedarme y luchar porque sea un sitio habitable y culturalmente activo. Que la gente joven se quiera quedar y pueda ser feliz. Me encanta que sea una ciudad algo triste y me encanta tener mis bares, librerías y sitios donde te encuentras con la gente de siempre, me gusta el costumbrismo de la ciudad aunque intenten acabar con ello.
Aunque ser un grupo de mujeres no es un género musical en sí mismo, y aunque estáis en estilos muy diferentes, quería preguntaros si el contar en Gijón con antecedentes como Undershakers, Nosoträsh, Chiquita y Chatarra… os ha inspirado de alguna manera al formar el grupo. Quiero decir, en lugares mucho más grandes la proporción de grupos cien por cien femeninos es mucho menor, y no sé si hay algún factor que propicie eso.
Marta: ¿Quizás les muyeres del norte somos personas con mucha determinación? Jajaja, no lo sé... Como comentaba antes, nunca hubo una pretensión de “formar un grupo de mujeres”. En nuestro ámbito social hay más mujeres que hombres y se dio de forma orgánica, casi sin querer. Aunque hemos de reconocer que el ser mujeres ha pasado a formar parte de la identidad de la banda y creo que sería raro, por ejemplo, una incorporación masculina a Viuda a día de hoy.
Eva: Como dice Marta, en nuestro caso, y me atrevería a decir que en la mayoría, fue muy natural y para nada buscado. Claro que lo que te da un grupo de mujeres es empoderamiento y reírse (porque no queda otra) de los comentarios de mierda que te hace alguno. Y claro que en cierto modo nos han influido, pero no solo por ser mujeres sino porque son la hostia.
¿Quiénes eran la Busdonga y la Tarabica y por qué decidisteis que aparecieran en el disco?
Elisa: La Busdonga fue una cantante de canción asturiana de principios del siglo XX. Tiene unas grabaciones de los años 20 con acompañamiento de piano que ponen los pelos de punta. La Tarabica era una pescadera, vecina del barrio gijonés de Cimadevilla, y memoria viva de la historia de nuestra ciudad. Las dos fueron muy queridas y reconocidas en su tiempo. Son figuras femeninas que admiramos porque fueron referentes y nos conectan con nuestro pasado. Decidimos incluirlas en el disco como un pequeño homenaje, para dar continuidad a sus voces y que su recuerdo siga presente.
¿Qué artistas dirías que han influido más sobre Viuda?
Marta: Creo que uno de los puntos fuertes de Viuda (aunque pudiera parecer esto una debilidad) es que las cuatro tenemos referencias muy, muy distintas. Pero nos llaman mucho la atención artistas que engloba la música cañí, tradicional, que forman parte de nuestra cultura en Asturias... Hemos también bebido muchísimo de la Movida ochentera y toda la esfera gótica nacional. Aunque no somos tan puristas como pudiera parecer: si la próxima referencia para un tema fuera Shakira, creo que todas estaríamos de acuerdo.
En vuestro sonido post punk permea mucho el folclore asturiano, pero no veo en él tanto un folk renovado como el de Rodrigo Cuevas como el poso de esa tonada combativa muy relacionada con la minería, el mundo obrero, canciones como “El pozu María Luisa” o incluso la de “El abuelo Vítor” de Victor Manuel. ¿Cuál es vuestra relación con ese cancionero, que supongo que habréis mamado desde niñas?
Marta: ¡Claro! Viuda no es un grupo de conservación de patrimonio cultural, todo ello son referencias con las que hemos crecido y nos gusta ponerlas en valor. Por ejemplo, Una de mieu es una canción para niños que Elisa y yo escuchábamos de crías.
Eva: Creo que antes el folclore era algo que no interesaba, en cambio, ahora creo que se está viendo el valor de nuestra cultura e incluso la gente de fuera de Asturias lo ve. Aquí hizo mucho daño el franquismo y el hablar en asturiano y nuestra cultura se ridiculizaba un poco, por suerte eso ya hace tiempo que no es así. Con Viuda simplemente lo que hacemos es hablar de nuestro entorno y las cosas que nos gustan o nos preocupan.
Me sorprende algo más la entrada de la copla más cañí. ¿Qué os atrae de Las Grecas, de quienes cantáis en directo “Te estoy amando locamente”? ¿Cómo llegó la decisión de meter castañuelas en muchas de vuestras canciones? ¿Se podría decir que hay incluso cierta reivindicación de “lo agitanado” para marcar distancias con un esteticismo más cool?
Elisa: Las Grecas fueron pioneras en la fusión del rock y el flamenco, y en ese sentido creemos que es importante volver a los orígenes para entender dónde estamos ahora y conectar con las mujeres que han sido referentes, que nos han abierto el camino en la música. La decisión de usar castañuelas surgió como una manera de incorporar algo que nos conectara con la tradición y dar personalidad a nuestras canciones. Queremos que nuestra música sea honesta y cercana, y en ese sentido sí se podría decir que Viuda suena más a rumba gitana que a Mecano.
Foto por Irene Palacio
Hablando de estética, entiendo que para vosotras es algo muy pensado. ¿Me podríais dar detalles sobre la imagen que buscáis en vuestros diseños, videoclips, portadas, fotos…?, y también sobre vuestro vestuario…
Marta: Nuestra estética es algo que cuidamos, porque creemos que la música no solo debe sonar. Nos gusta crear un imaginario que refleje lo que queremos transmitir. En directo, con el vestuario, por ejemplo, siempre tocamos de negro haciendo honor al nombre de la banda y solemos tener sobre el escenario un ramo de claveles haciendo honor “a lo cañí de Viuda”. En cuanto a la imagen, siempre hemos querido que se note esa tensión entre lo orgánico y lo digital, entre lo tradicional y lo contemporáneo, con una carga simbólica que ayude a entender lo que contamos en las canciones. Es algo que creo que se ve en nuestros videoclips, portadas y fotos: queremos que haya una sensación de estar al límite, de algo que se desintegra o se transforma. No buscamos la perfección, sino la autenticidad. En resumen, nuestra estética es como una especie de collage donde la música es el hilo conductor que da coherencia a todo lo demás.
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